UC reconoce al profesor Carlos Cornejo, director de la EPUC, por sus 25 años de trayectoria académica
En una ceremonia en la Casa Central de la Universidad Católica, el actual director de la EPUC fue distinguido por sus más de dos décadas como docente e investigador. “Es una sensación de gratificación. Un ciclo entero de vida académica”, sostiene.

Un cuarto de siglo ha pasado desde que el profesor Carlos Cornejo asumió uno de los desafíos más significativos de su vida: convertirse en académico de la Escuela de Psicología UC. Un hito que marcó su historia y que fue celebrado por la misma institución que lo formó y le dio una vocación.
El Día de la Trayectoria Académica es una jornada especial donde la UC reconoce la entrega y el tiempo destinado a la noble labor de formar. En una ceremonia en la Casa Central de la Universidad Católica, el actual director de la EPUC fue distinguido por sus 25 años como docente e investigador, acontecimiento que lo hace parte de un selecto grupo de académicos que ha hecho de esta emblemática casa de estudios su segundo hogar.
“Es una sensación de gratificación, de haber podido hacer muchas cosas en 25 años. Es un ciclo entero de vida académica. He pasado por varias categorías académicas, por distintas épocas y direcciones. Entonces, es una sensación de un ciclo completo”, dice el profesor sobre este reconocimiento.
Su incorporación a la Escuela se produjo en julio de 2000, con 29 años, justo después de cursar su doctorado en Filosofía en la Universidad de Colonia, Alemania. El profesor Ricardo Rosas, otrora director de la EPUC y con quien seguía vinculado tras titularse en 1993, fue clave entonces, pues lo invitó a hacerse cargo del seminario Paradigmas de la Psicología, del recién inaugurado Doctorado en Psicología y que hoy continúa impartiendo. “Esa fue mi puerta de entrada a la Escuela”, cuenta.
Sus más de dos décadas en la Escuela de Psicología UC han permitido a Carlos Cornejo desarrollar una exitosa carrera académica, pero también generar lazos personales y profesionales. “La sensación es de pertenencia a una familia, a una Escuela común, con gente que tiene posiciones teóricas diferentes o trabaja en otras áreas, pero que uno conoce desde hace mucho tiempo”, relata.
“Es una sensación de crecimiento conjunto, de apoyo mutuo en muchos momentos. Y, claro, yo tengo mucho cariño a la Escuela. Más allá de las cosas formales, institucionales, tengo vínculos de amistad con muchos colegas”, agrega.
En ese contexto, uno de los hitos que evidencian su vínculo emocional con la EPUC tiene relación con su idea de rescatar su historia a través de un documental sobre los 20 años iniciales de la Escuela, filme donde explora el legado de los primeros egresados y conecta distintas generaciones.
“En principio iba a ser un libro, después me di cuenta que no cabían allí las expresiones de las personas, sus emociones. Cuando iba en la entrevista número 12 me di cuenta que esto no podía ser un libro”, recuerda sobre el trabajo que le permitió registrar en video a fundadores como Erika Himmel, Julio Villegas, Omar Arrué y Luis Bravo, entre otros.
“Esa experiencia fue muy bonita para mí porque me permitió tomar contacto con los próceres de la Escuela”, cuenta sobre el material, que, a través de testimonios, repasa la historia de la EPUC desde su inicio hasta el golpe de Estado de 1973. “Ese ejercicio me permitió hacer de bisagra o eslabón entre una generación que yo no conocí, que es la de los primeros psicólogos, y la generación actual, los profesores más jóvenes”, enfatiza.
Pero los miembros de esa insigne generación registrada por el profesor Carlos Cornejo no son los únicos que han tenido un impacto en su trayectoria. Según cuenta, hay en su historia personas que, de alguna manera, lo invitaron a formar parte de la academia.
“En mi caso particular, Franco Simonetti fue una persona muy importante en mi formación. Él es mi maestro, en muchos sentidos. Ricardo Rosas también, a pesar de que no fue profesor mío, porque él venía llegando a la Escuela cuando yo iba saliendo. Pero, aun así, Ricardo fue una persona muy importante en mi definición de formación académica”, afirma.
“Yo diría que son probablemente las dos personas más importantes de la Escuela. Fuera de ella, tuve una relación muy importante y cercana con otro gran maestro: Darío Rodríguez, del Instituto de Sociología. Participé en seminarios con él, en Teoría de la Complejidad, y aprendí muchísimo en el plano teórico pero también humano”, relata.
Contribución a la Universidad
Además del documental sobre la historia de la Escuela, orientado a resguardar la memoria institucional, el actual director de la EPUC ha impulsado una serie de proyectos e iniciativas en beneficio directo de la formación del alumnado.
Uno de los que valora especialmente es la creación del Laboratorio de Lenguaje, Interacción y Fenomenología (Lif), que considera “un espacio muy fructífero académicamente y de formación para muchos estudiantes”. “Eso me tiene muy orgulloso”, asegura.
Estas acciones están estrechamente ligadas a la fuerte vocación formativa del profesor Carlos Cornejo, cuyo interés por aportar al desarrollo de la disciplina en nuestro país se incrementó durante sus estudios de doctorado en Alemania.
“Quería volver a Chile. Nunca se me pasó por la cabeza quedarme afuera. Quería aportar a Chile”, cuenta. “Había absorbido una epistemología en Alemania, una forma de entender las ciencias humanas y la psicología en particular. Entonces tenía muchísimas ganas de volver a contribuir, a formar gente”, relata sobre su formación doctoral en la Universidad de Colonia.
Desafíos institucionales y personales
El profesor Carlos Cornejo conoce muy bien los cambios que ha experimentado la psicología durante los últimos años. Hoy, a la cabeza de la Escuela de Psicología, aspira a mantener la excelencia teniendo como motor la investigación científica.
“En la Escuela en la que yo estudié en los años 90, no había magíster en Psicología. No había doctorado. Había muy poca investigación y, en vez de eso, existía un desarrollo muy importante de la formación profesional, sobre todo en clínica. La gente perfectamente demoraba 7 u 8 años en salir. Muchos, al hacerlo, ni siquiera terminaban la tesis. Era una realidad social distinta en la que uno entraba a la universidad y nunca más volvía”, explica.
“Hoy en día la psicología nacional está mucho más desarrollada como un área de investigación científica”, destaca el profesor, quien resalta la importancia de seguir avanzando en esa línea desde la oferta de postgrado. “Nuestro desafío es poder integrar ese desarrollo científico con la formación profesional”, enfatiza.
Un reto que deberá afrontar durante los próximos años en su rol como director de la Escuela de Psicología, cargo que desempeña sin dejar de lado su rol docente e investigativo, su verdadera vocación. “En nuestras instituciones estas autoridades son pasajeras. Y lo que uno no deja de ser es profesor”, afirma.
“Es parte de un servicio común que nos toca a muchos profesores ejercer en algún momento y poner a disposición el propio tiempo de profesor para el beneficio de toda una comunidad. Mi objetivo es estar en este cargo, pero sin olvidar mi rol de profesor”, cierra el director de la EPUC.