Estudiantes de Psicología del Desarrollo II y su trabajo con la educación para adultos: Una oportunidad para redescubrirse
Realizar entrevistas autobiográficas y a partir de ellas reconstruir, hipotetizar e interpretar cuál es el sentido identitario. Ese fue el trabajo que realizaron durante todo el semestre estudiantes de las secciones 2 y 3 de Psicología del Desarrollo II con el Centro de Educación Integrada de Adultos (CEIA) Erasmo Escala de Peñalolén. Una experiencia que no solo les permitió explorar trayectorias educativas, identidades y proyecciones de vida de los 44 jóvenes y adultos entrevistados; también una oportunidad para comprender in situ los múltiples efectos transformadores de la educación. El cómo el promover el desarrollo en distintos momentos vitales, puede ser una oportunidad para construir y reconstruir la identidad en la adultez.
En Chile, más de cinco millones de personas mayores de 18 años no ha completado su enseñanza media, lo que representa el 42.9% de la población en ese rango de edad. Pese a que las cifras son impactantes, y que el país experimenta un rápido envejecimiento de su población, la educación para adultos es un mundo desconocido para gran parte de la sociedad. Una realidad que conocieron de cerca los estudiantes de las secciones 2 y 3 de Psicología del Desarrollo II, quienes trabajaron durante todo el semestre con el Centro de Educación Integrada de Adultos (CEIA) Erasmo Escala de Peñalolén.

A través de entrevistas autobiográficas a 44 jóvenes y adultos, entre los 15 y los 80 años de edad, buscaron reconstruir, hipotetizar e interpretar cuál es el sentido identitario que para ellos tiene el haber retomado su trayectoria educativa. “¿Por qué a través de este tipo de entrevistas? Porque a través de este tipo de relatos se puede reconstruir lo que se llama la identidad narrativa de los participantes y en ese espacio, uno puede ir evaluando e ir interpretando cuál es el significado que tiene la formación para ellos. Cómo se van involucrando, cómo van construyendo su motivación para poder estar y participar de esta práctica educativa”, dice Christian Sebastián en la feria final del proyecto.
El académico, que junto a los profesores Iván Grudechut, María Rosa Lissi y Gonzalo Gallardo estuvieron a cargo de la iniciativa que se desarrolla bajo la metodología A+S (la cual se orienta a vincular la docencia y sus objetivos con las necesidades de un socio comunitario), señaló que la experiencia le permitió a sus estudiantes profundizar y comprender cómo para estas personas, el continuar con su trayectoria educativa no solo tiene un significado en términos de aprender matemáticas, lenguaje o historia, también les permite desarrollarse y proyectarse más allá. “Y eso es lo que queríamos que vieran en la práctica. Que el desarrollo de una persona no es algo lineal, sino que se puede promover en distintos momentos vitales y en más de un sentido. Que la re-vinculación con la educación tiene una serie de efectos extremadamente transformadores que permiten construir y reconstruir la historia y la identidad personal. Muchos llegan con la idea de sacar el cuarto medio por razones súper prácticas, como obtener la licencia de conducir u optar a mejores trabajos. Sin embargo, en el camino van encontrando otras motivaciones. Empiezan a producirse una serie de movimientos que le dan otro significado a su trayectoria. Para muchos adultos, que se revinculan con la educación, se trata de un espacio de justicia. Es la sociedad que les está permitiendo hacer lo que antes les quitó. Y esa experiencia es extremadamente reparadora para ellos, para sus familias, pero también para la sociedad en su conjunto; porque se empieza a construir una esperanza renovada en comprometerse. Empiezan a vincularse y a participar más a nivel social también”.
La importancia de visibilizar

Una serie de pósters expuestos en la feria final del proyecto graficaron las historias de esfuerzo y superación que conocieron los estudiantes de la EPUC. Una muestra en la que también quedó plasmado cómo el conocimiento teórico y académico entró en diálogo con la experiencia directa, generando un vínculo virtuoso entre los estudiantes de psicología y los que pertenecen al CEIA. “Esa articulación entre lo que uno ve en clases y la vida real es una de las cosas más valiosas. El ver, en la práctica, que la educación no es algo que se tiene que dar de forma lineal. Hay un sesgo sobre lo que es el desarrollo. Uno piensa en la maduración del cerebro, la maduración corporal, y esto nos enseña que hay que pensar en el desarrollo como un trayecto en el que uno decide cómo tomar los caminos. Ver cómo a estas personas el reinsertarse en la educación les permitió abrirse un mundo y que uno puede seguir desarrollándose, sin importar la edad. Comprender la multiplicidad de caminos posibles”, señala el estudiante de psicología Marcelo Morales.
Algo en lo que también coincide su compañera María Ignacia Serrano. “Las personas tienen una visión muy cerrada de cómo es la educación y el aprendizaje. Pero uno tiene que abrirse a que obviamente ese proceso no es para todos igual, a que existen distintas circunstancias. Hay mucho del contexto que afecta estos procesos. Entonces creo que aquí tuvimos la oportunidad de conocer realidades muy distintas a la nuestra y profundizar lo que vemos en clases. De verdad que uno podía conectar con los conceptos, y eso es súper enriquecedor para nosotros como estudiantes. Conocer estas experiencias y cómo el volver a estudiar fue un espacio de transformación. Eso es algo que me parece relevante, que lo que aprendamos lo podamos llevar a los territorios, a nuestras ciudades, al país. Es importante que como psicólogos entendamos eso desde que somos estudiantes. Que tenemos que ser agentes situados, agentes políticos y de cambio”.

Por su parte Elizabeth González, directora del CEIA, señala que el trabajo realizado por los alumnos de la EPUC fue una posibilidad para que sus estudiantes, a través de un proceso reflexivo, pudieran reconocer sus avances. “Es interesante y bonito ver cómo a través de este ejercicio autobiográfico fueron capaces de valorar sus propios procesos. Muchos salían de las entrevistas emocionados, diciendo ‘me gustó mucho ver lo que he hecho en mi vida’, ‘estoy muy contento con haber retomado el colegio’. Eso para nosotros es muy emocionante. Uno se da cuenta que efectivamente reconocen lo que hacemos como proyecto y el impacto que esto ha tenido en ellos. Eso nos llena de orgullo”.
Asimismo, otro aspecto que destaca de este espacio de colaboración mutua es que se pudo visbilizar y relevar el importante rol de la educación para adultos en la sociedad. “Cuando se recuperan trayectorias educativas se recuperan proyectos de vida. Y cuando se recupera un proyecto de vida se recupera a una persona y a una familia. Y eso es muy importante, que en un país que está envejeciendo se comience a valorizar este espacio. Que la población que envejezca lo haga bien, no de una manera solitaria, no de una manera enferma”.
Finalmente Verónica Vergara, Encargada Nacional de la Modalidad Regular de Educación para Personas Jóvenes y Adultas del Ministerio de Educación, quien fue una de las invitadas a la feria final del proyecto, destaca la colaboración que se produjo entre ambas instituciones. “La teoría es importante, pero ustedes fueron más allá. Esta articulación que se logró, en la cual pudieron conocer la realidad en el territorio, les construye como profesionales a futuro. La educación de adultos está dirigida fundamentalmente a personas de los sectores más pobres, vulnerables y marginados del país. Y ustedes conocieron a las personas que habitan cotidianamente este espacio educativo. Conocerles y conocer los lugares donde están esas personas es distinto. Ese acercamiento nos enseña y nos impacta a la vez. Ustedes ya dejaron de ver números, vieron personas. Y ese trabajo es de una calidad humana que nunca olvidarán. Ustedes fueron capaces de visibilizar esas trayectorias educativas, las historias de esfuerzo que hay detrás”.