Diplomado en Trauma y Duelo recuerda la tragedia de Lídice y su impacto mundial en emotivo conversatorio

5 de Diciembre 2025

La instancia congregó a diversas personas vinculadas, de una u otra forma, a la historia del pueblo checoslovaco, hoy República Checa, arrasado en 1942 por los nazis en represalia por el atentado a un alto mando, hecho que invita a reflexionar sobre la brutalidad de la guerra y sus consecuencias.

El 10 de junio de 1942, la Alemania nazi destruyó por completo el pequeño pueblo checoslovaco de Lídice, en las cercanías de Praga, en represalia por el asesinato del jerarca nazi Reinhard Heydrich a manos de miembros de la resistencia checa. Al arribar, las tropas de Hitler destrozaron casas y edificios, fusilaron en el acto a todos los hombres y enviaron a mujeres y niños a campos de concentración, donde fueron ingresados en cámaras de gas. Los nazis documentaron esta acción genocida y la mostraron como un castigo ejemplar. Fue una masacre sin precedentes que conmocionó a todo el mundo y que hoy, a más de ocho décadas del hecho, sigue siendo fundamental para reflexionar sobre la brutalidad de la guerra y sus innumerables consecuencias.

Reflexiones como las que se expresaron en el“III Conversatorio Trauma, Guerra y Niñez: a 83 años de Lídice”, instancia organizada por el Diplomado en Trauma y Duelo de la Escuela de Psicología UC, donde se abordó el impacto social, cultural y simbólico de este doloroso episodio.

“Hoy nos reunimos para hablar de Lídice, un nombre que para quienes no conocen su historia podría pasar inadvertido entre tantos otros nombres de pueblos del mundo. Pero Lídice no es un pueblo cualquiera, es un símbolo de lo que ocurre cuando el poder se ejerce sin límites, cuando la diferenciase transforma en amenaza, cuando la vida humana pierde todo valor ante los ojos de quienes detentan la fuerza”, dijo la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Katherine Strasser, al dar inicio a la jornada.

“Desde la psicología, la sociología, la antropología, la arqueología y el trabajo social, hemos sido testigos privilegiados de las dimensiones más profundas y diversas del ser humano, tanto como individuo como en su vida colectiva. Hemos estudiado la cooperación y la solidaridad, pero también hemos debido mirar de frente aquello que preferiríamos no ver: la intolerancia, el abuso de poder, la destrucción sistemática de la diversidad, el racismo y la xenofobia. Las ciencias sociales han documentado el horror y no sólo del pasado lejano. Desde Lídice hasta hoy las guerras no han cesado. El trauma se hereda, se transmite entre generaciones, se imprime en los cuerpos y en la memoria colectiva. Las ciencias sociales nos enseñan a comprender esa tradición, a nombrarla y a buscar formas de interrumpir ese ciclo de dolor”, agregó la máxima autoridad de Sociales UC antes de dar paso a las presentaciones.

“No quedó nada”

El encuentro contó con la presencia del embajador de la República Checa en Chile, Pavel Bechny, quien, en su emotiva alocución, se refirió a la crudeza con la que actuaron las fuerzas nazis a la hora de exterminar a la inocente población de Lídice y eliminar todo rastro del pueblo.

En su introducción, el embajador explicó el contexto de la invasión de la otrora Checoeslovaquia, y cómo el pueblo checo se resistió formando un gobierno en el exilio e iniciando acciones de resistencia frente a la ocupación nazi, una de las cuales fue el atentado a Reinhard Heydrich.

En Lídice, además de fusilar a todos los hombres del pueblo y enviar a cámaras de gas a niños y mujeres, “las tropas llegaron con grúas, con maquinaria para destruir el pueblo y borrarlo del mapa”, contó el embajador. “Dinamitaron casas y la iglesia, fue algo que nadie esperaba. No quedó nada, ni el arroyo que atravesaba el pueblo. Todo se borró del mapa”, añadió.

La desmedida acción buscaba extinguir al pueblo y su historia, pero produjo todo lo contrario. “Esta tragedia despertó en todo el mundo una gran ola de protestas y manifestaciones que condenaban ese acto de violencia inhumana. En todo el mundo hubo cambios de nombres de calles y levantamiento de monumentos en memoria de Lídice”, sostuvo el embajador.

Cada 10 de junio las embajadas de la República Checa y sus colonias en todo el mundo acuden a estos monumentos para recordar a las víctimas. Lo mismo ocurre donde alguna vez estuvo Lídice, espacio que hoy cuenta un enorme memorial donde cada año autoridades y ciudadanos conmemoran el trágico acontecimiento.

Tras el fin de la guerra, el gobierno checoslovaco reconstruyó el pueblo en una zona contigua, hasta donde pudieron regresar algunos de los sobrevivientes de los campos de concentración o donde se instalaron familiares de las víctimas. “Este pueblo es un símbolo de resistencia”, sostuvo el embajador.

Frente a lo que fue Lídice se levantó un impresionante memorial con esculturas de bronce de los 88 niños asesinados.

Lídice en Santiago

Nuestro país también recuerda. Un pequeño pasaje en pleno casco histórico de Santiago, en las cercanías de referentes urbanos como la Plaza de Armas, el Mercado Central y el Parque Forestal, alberga un memorial en recuerdo de los 88 niños víctimas de la tragedia.

Se trata de un luche de aluminio creado por el artista visual checo Filip Carrasco Haman, también presente en el conversatorio, cuya obra -ubicada en el pasaje Lídice, a un costado de la calle San Antonio- conmemora todos los años el terrible episodio.

“La idea del luche es que los niños vayan y jueguen”, dijo el autor al repasar la historia del memorial, instalado en 2006 por iniciativa del gobierno de la República Checa.

Una mujer llamada Lídice

“Desde pequeñita fui aprendiendo la historia de Lídice y cómo impactó a mi familia”.

Con estas palabras, Lídice Morales dio inicio a su intervención testimonial, en la que recordó los hechos que la llevaron a ser la segunda mujer de su familia en llevar el nombre del desaparecido pueblo. La primera fue Lídice Navarro Vera, su tía, nacida el 8 de junio de 1943 -un año después de la tragedia- y nombrada así por su abuelo, que resultó conmocionado al enterarse por radio de la masacre.

“Siempre me preguntaban qué significaba mi nombre. Tenía que elaborar algo consistente. Al principio, repetía la historia que me habían contado mis abuelos. Lo interesante es que después, a medida que pasaba el tiempo, la gente con la que conversaba me iba dando más información”, contó sobre las interrogantes que despertaba su nombre.

“Fui enriqueciendo este relato. De pronto, no hace mucho, me di cuenta que, repitiendo la historia, me fui convirtiendo en una portavoz de todas las personas de Lídice que habían fallecido. Entonces, yo dije ‘realmente no es una anécdota llamarme así’”, agregó.

La historia de vida de Lídice Morales la ha convertido en una divulgadora de esta historia, llegando incluso a ser contactada por un cineasta checo para solicitar autorización para poner su nombre en los créditos de una película sobre la tragedia. Esa experiencia la llevó, incluso, a integrarse a una comunidad digital con otras mujeres del mismo nombre en el mundo.

Reflexiones desde la psicología

La instancia contempló un panel donde académicos de Psicología UC abordaron la tragedia de Lídice desde sus especialidades.

En ese contexto, la profesora Claudia Cerfogli partió revisando el testimonio de una niña sobreviviente de Lídice, y luego exploró cómo el arte en sus distintas formas puede facilitar la elaboración e integración de experiencias traumáticas, especialmente en la infancia. Por su parte, Alejandro Reinoso abordó, desde el psicoanálisis, el impacto de las guerras en la confianza en la civilización y cómo la desorientación y confusión que generan se extienden mucho más allá de los combatientes. Junto con ello, abordó el concepto de neurosis de guerra y las reflexiones sobre éste que hizo Freud en su momento.

Ya en la última parte, el profesor Germán Morales, gestor de la instancia, recordó las versiones previas del conversatorio y la importancia de ejercer como “terceridad” para comprender mejor lo traumático, en el sentido que instancias como un conversatorio implican un reconocimiento, aspecto fundamental para elaborar lo traumático.

“Este acto de memoria hoy es un ejercicio de lo que llamamos terceridad. El horror de la guerra y la violencia podemos mirarlo desde distintas aristas, desde distintos conceptos de trauma, así como de distintas estrategias para elaborar lo traumático donde la psicología, el psicoanálisis y el arte hacen su aporte”, enfatizó.

Luego de las intervenciones de los profesores, se proyectaron fotografías y expresiones artísticas alusivas a niños afectados por distintas guerras y dictaduras a lo largo del mundo, y se realizó un conmovedor diálogo con las y los asistentes al evento.

Finalmente, el director de la Escuela de Psicología UC, Carlos Cornejo, valoró la realización del encuentro y “la cantidad de experiencias, vivencias y recuerdos que han surgido en esta conversación”.

“El hecho que nosotros nos conmovamos con la tragedia de Lídice significa que hay algo en común en todos nosotros. Hay algo común en ese pueblo que fue arrasado, en esos niños que nos miran a través de los monumentos. Hay algo nuestro también como chilenos y en nuestras propias historias. Es de República Checa, pero al mismo tiempo es universal. Toca algo que nos pertenece a todos como seres humanos, algo que no tiene que ver con nacionalidades, pasaportes o fronteras. Entonces, quiero simplemente cerrar agradeciendo por el privilegio que ha tenido la universidad, la Escuela de Psicología, de acoger este espacio muy emotivo, muy profundo y que es posible gracias a ustedes”, finalizó la máxima autoridad de Psicología UC.