Día Mundial de la Salud Mental: Aumenta el sentimiento de soledad entre los chilenos y su impacto en el bienestar emocional

9 de Octubre 2025

La última Encuesta Cadem revela que 1 de cada 3 chilenos se siente solo con frecuencia. La cifra, que llega al 40% entre personas entre 18 y 34 años, y al 50% entre las personas mayores, da cuenta de una cruda realidad, en la que incluso muchas personas confiesan que estarían dispuestas a hablar con una IA para combatir la soledad. Una sensación de aislamiento, que va más allá de la falta de compañía, que nos invita a reflexionar sobre cuál es la importancia de los vínculos en el bienestar emocional.

Pese a que vivimos en un mundo cada vez más hiperconectado gracias a la digitalización, paradójicamente los avances tecnológicos han generado cambios en la manera de sociabilizar que afectan la calidad de nuestras relaciones. Así lo revelan los resultados de la última Encuesta Cadem, en la que 1 de cada 3 chilenos confiesa sentirse solo con frecuencia. Una sensación de aislamiento que se hace aún más latente en personas entre 18 y 34 años, donde la cifra llega al 40%, y a un 50% entre personas mayores.

De acuerdo a los expertos, se trata de una sensación de aislamiento, que va más allá de la falta de compañía. Así lo explica el profesor de la Escuela de Psicología UC, Roberto González. “El sentimiento de soledad no es lo mismo que el aislamiento social. Las personas pueden estar en presencia de otras y a la vez sentirse solas. Y es ese sentimiento es el que muchas veces se correlaciona o se asocia a problemáticas de salud mental”.

Para el académico, experto en psicología social y director alterno de MIDE UC, se trata de una situación preocupante, especialmente en el caso de los jóvenes, quienes aparecen como uno de los grupos más expuestos a experimentar sentimientos de soledad. El consumo excesivo de redes sociales podría terminar aislando socialmente a las personas, creando burbujas donde los vínculos son más débiles”, advierte.

Una situación que puede ser muy dañina para la salud mental. “La interacción no solo nos nutre de contenidos, sino que también nos entrega experiencias emocionales. Cuando uno deja de asistir a actividades sociales para quedarse consumiendo redes sociales, finalmente se conecta con un mundo más superfluo. Un mundo donde las conexiones, los vínculos sociales son más débiles”.

Los riesgos que plantea la IA

Frente a este panorama, de acuerdo al mismo estudio de Cadem, 1 de cada cuatro chilenos confiesa estar dispuesto a hablar con una Inteligencia Artificial (IA) para combatir este sentimiento de soledad. “Es algo sumamente preocupante, nuevamente por la calidad de los vínculos. Porque si uno sustituye las relaciones reales, esas que uno tiene cotidianamente, que tiene por muchas generaciones, uno se va a perder justamente de estos elementos que son mucho más propios de la interacción humana y que no surgen de una relación con un programa, con un software, con una inteligencia artificial. Hay una suerte de trampa ahí que uno pueda pensar que eso va a ser sustitutivo de las relaciones, de los vínculos sociales reales”, dice Roberto González; quien abordó este mismo tema en una columna publicada en la Revista Universitaria.

Una opinión en la que coincide la académica de Psicología UC, Evelyn Vera. “Es imposible que la IA reproduzca la riqueza de las interacciones humanas. Nuestras interacciones toman en cuenta gestos, tono de voz, expresiones faciales y resonancia emocional. Esa complejidad la IA no la puede replicar. De hecho, hay casos donde los chatbots han inducido a conductas de riesgo, incluso suicidio, lo que evidencia sus límites”.

En ese sentido, la experta y Jefa del Área Clínica de la EPUC, es enfática en alertar sobre los riesgos de creer que la inteligencia artificial puede reemplazar las interacciones humanas. “En primer lugar, la IA está generada para encontrarnos razón, para tener un lenguaje que siga nuestro discurso. Y cuando nos comunicamos con otra persona, cuando estamos enfrentando un problema, lo que necesitamos es que la persona con la que estamos interactuando nos dé otro punto de vista. Necesitamos que pueda encontrar matices a lo que estamos diciendo y nos dé alternativas a nuestra manera de pensar. Que entienda lo que estamos planteando desde nuestro propio contexto, desde nuestra propia historia de vida, y de cómo estamos planteando nuestro futuro”.

En ese sentido, de acuerdo a la profesora, la IA no tiene la posibilidad de enfrentar la complejidad de lo que le estamos planteando. “Y puede cometer errores en cuanto a lo que nos retroalimenta como información. A veces como humanos creemos que nuestras interacciones son tan simples, pero en realidad nuestras interacciones toman en consideración un montón de aspectos. Aspectos como la expresión facial, el tono de voz, etc. Una riqueza de información que la IA jamás va a poder reemplazar”.