La nueva entrega de la investigación elaborada por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes) revela que un 51% de los electores reactivos y un 39% de los no votantes es indiferente respecto a si el sistema de gobierno es democrático o autoritario. Asimismo, el estudio dio algunas luces sobre las inclinaciones de los votantes en relación al proceso constituyente, además de los bajos niveles de confianza interpersonal que se aprecian en nuestra sociedad.
Una fotografía de cómo ha ido cambiando la población y el electorado chileno en los últimos diez años es lo que busca entregar la “Radiografía del Cambio Social: Análisis de Resultados Longitudinales ELSOC 2016-2022”. La encuesta, desarrollada por el Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES), que coordina el profesor de la Escuela de Psicología UC y Presidente de la International Society of Political Psychology (ISPP), se ha posicionado como un valioso recurso a la hora de analizar la evolución de la sociedad chilena.
Se trata de una encuesta que analiza a un grupo representativo de 4.500 personas a lo largo de una década (2016 al 2026). Estudio que busca entregar algunas luces sobre cómo cambian las opiniones de los chilenos/as y evaluar la evolución del conflicto y la cohesión social, midiendo aspectos como la identificación y participación política, la salud mental y bienestar, y actitudes en torno a temas como la migración, sexismo, meritocracia, entre otras.
“ELSOC analiza la evolución de la sociedad chilena en un contexto de alta desafección política. Es un diseño longitudinal, cuantitativo, que mide a lo largo de los años a las mismas personas. Pensamos este diseño justamente con el interés de entender cómo cambian las posiciones, las opiniones, las actitudes y la conducta de las personas a lo largo del tiempo. Desde ese punto de vista, los estudios longitudinales de este tipo nos permiten responder preguntas más complejas, que tienen que ver con la evolución, pero también con la estabilidad. Y, gracias a esto, tenemos la oportunidad de poner foco particularmente en cómo los distintos tipos de votantes, que forman parte de nuestro electorado, han variado a lo largo de los años en un conjunto de dimensiones en el tiempo”, explicó Roberto González en la Casa Central de la Universidad Católica. Una jornada en la que participó el investigador asociado COES y director del Instituto de Sociología de la UC, Matías Bargsted; el académico de Psicología UC e investigador de MIDE UC, Daniel Miranda, y la investigadora adjunta de COES y profesora de la Facultad de Humanidades de la USACH, Carolina Segovia.
Tres perfiles de votantes
¿Cómo se comportan los distintos tipos de votantes en la sociedad chilena? ¿Qué características tienen los votantes en términos socioculturales, políticos y actitudinales? ¿Cuánto confían en las instituciones? Ésas son algunas de las preguntas a las que intenta dar respuesta la Encuesta Longitudinal Social de Chile (ELSOC). Estudio que, por supuesto, ha estado marcado por eventos que han alterado aspectos sociales, políticos y económicos de la vida nacional, tales como la pandemia de Covid-19 y el estallido social. Éste último desencadenado un proceso constituyente inédito en la historia de Chile.
De acuerdo a Matías Bargsted, director del Instituto de Sociología de la UC e investigador del COES, en los últimos cinco balotajes previos al plebiscito de salida del año 2022, se ha podido observar en la participación electoral de la población chilena una reestructuración en la diversidad del electorado. La obligatoriedad del voto incorporó masivamente al sistema electoral un grupo de votantes que hasta entonces, ya sea por desinterés o porque no tenían la edad suficiente para hacerlo, se mantenía al margen de estos procesos.
Un cambio que el informe logró caracterizar en tres perfiles de votantes: el habitual, que participa regularmente de las elecciones; el no votante, que se resta habitualmente de los comicios; y el reactivo, que muestra una participación que tiende a ser irregular y baja. Si en las elecciones de alcalde y convencionales de 2021 habría sufragado el 92,4% de los votantes habituales, el 16% de los votantes reactivos y el 7% de los no votantes; para el plebiscito de salida, cuya participación fue obligatoria, la brecha se redujo de manera significativa. En esa ocasión se logró la participación casi de la totalidad de los votantes habituales, del 95% de los votantes reactivos, y del 84% de los no votantes.
Bajos niveles de confianza
Entre los aspectos más relevantes que entrega el estudio destaca cuáles son las actitudes de estos tres grupos frente a la democracia. Mientras los votantes habituales se muestran consistentemente más favorables a este sistema de gobierno, alcanzando un 60%, los votantes reactivos y los no votantes dan cuenta de fluctuaciones importantes si se compara su comportamiento entre un período y otro.
Si el 2019 el 53% de los votantes reactivos y el 42% de los no votantes prefería la democracia, el 2022 la adhesión subió en ambos grupos, pero el 40% de los no votantes también afirmó que no le importa si es que el régimen de gobierno es democrático o autoritario. “Esta menor adhesión a la democracia no se traduce en mayor adhesión a un régimen autoritario en términos actitudinales, pero sí se traduce en mayor indiferencia. Así como las personas son consistentemente más lejanas al sistema político en términos de participación, también muestran mayor indiferencia al régimen político”, afirmó Matías Bargsted.
El informe también mostró que, pese a que el 2019 los tres grupos de votantes apoyaron la idea de una nueva constitución en Chile, el 2022 un 40% afirmó estar en contra del texto presentado. A esto se suma que, tanto votantes habituales como reactivos, mostraron una alta desconfianza hacia la Convención Constitucional encargada de redactar la propuesta, con un 65% y un 80% respectivamente.
Por otro lado, en el período estudiado los tres perfiles de votantes muestran niveles de satisfacción con su vida similares el año 2019 (70%), el cual se vio incrementado el año 2022, llegando a un 78% en los votantes habituales, a un 76% en los reactivos, y a un 80% en los no votantes. Ahora, en lo que respecta a la confianza interpersonal, los tres perfiles mostraron niveles consistentemente bajos y descendentes a lo largo del tiempo, con un 4% en el caso de los no votantes, un 10% en los habituales, y un 6% en los reactivos. Bajos niveles de confianza que, de acuerdo a las y los investigadores, se relaciona con una menor aceptación de la diversidad.
De hecho, la medición revela que todos los perfiles de votantes tienen bajos niveles de confianza en relación a la población mapuche y migrante. Y estos niveles son aún menores entre los no votantes. Por ejemplo, en el caso de los mapuche, si los niveles de desconfianza llegan al 31% entre quienes votan de forma habitual, entre quienes no votan, o quienes lo hacen esporádicamente, la cifra llega al 50% y al 40% respectivamente.
Conclusiones de cara al plebiscito
A pocas semanas que el país enfrente nuevamente las urnas para elegir a los consejeros constitucionales, órgano encargado de analizar el anteproyecto redactado por la Comisión Experta, el estudio entrega interesantes conclusiones de cara a este nuevo proceso. Lo primero que hay que considerar, de acuerdo al profesor Roberto González, es que existe un grupo muy significativo de votantes que se ha vuelto a incorporar al sistema electoral, el cual es muy gravitante a la hora de elegir candidatos y posicionar aquellos temas que les preocupan.
“En ese sentido, la clase política está obligada a recuperar la sintonía fina entre lo que la población requiere y lo que la Constitución pueda ofrecer como marco normativo global, para llegar a satisfacer, en el largo plazo, esas necesidades. Lo que haga la Constitución influirá decididamente en cómo nos vamos a organizar como sociedad hacia adelante. Y eso, por supuesto, puede contribuir a reducir la fragmentación política que tenemos. La Constitución, que será el eje central de cualquier política pública, debe tomar en cuenta la diversidad de necesidades que tiene la población. Y esa sintonía no se logra si no tenemos una buena información de los procesos electorales. La población, que vemos que no vota o que lo hace de manera reactiva, tiene opinión política y una postura respecto a todos los temas. Eso es lo que no podemos olvidar”, señaló el académico.
En esa misma línea, uno de los aspectos que relevó la investigación es que el rol que jugaron las fake news en el pasado proceso constituyente no fue tan determinante como algunos sectores plantearon. “Es muy tentador plantear que la desinformación fue la principal fuente que llevó al rechazo de la propuesta constitucional. Lo que muestran nuestros datos es que las personas que votaron por el rechazo no solo fueron votantes reactivos o poco habituales. Estos votos vinieron tanto de gente que estaba más informada e interesada en política, como de personas que tenían menos interés y estaban menos informadas. Si bien hubo gente que no era votante activa antes del proceso, si tenían opinión política. Por lo tanto, no se puede simplemente asumir que están guiados por información falsa de redes sociales u otros medios. Eso es subestimar la opinión que la gente se puede formar respecto a temas centrales”, afirmó el investigador.
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Texto: Andrea Paz Fuentes Uribe y Francisco Cataldo
Fotos: César Cortés
Fecha: 13-04-2023