Estudiantes de la EPUC se transforman en las primeras practicantes del Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil

Un importante desafío fue el que tuvieron Olivia Matus y Teresita Matte. Las estudiantes de la EPUC de la salida profesional comunitaria que se transformaron en las primeras practicantes del Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil perteneciente al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El nuevo organismo especializado en adolescentes y jóvenes en conflicto con la justicia, que con un modelo de intervención especializado para la reinserción social juvenil, viene a reemplazar al antiguo Sename.

A principios de este 2024 se dio el vamos a una nueva institucionalidad a nivel nacional y local, en el marco de la primera Política Nacional de Reinserción Social Juvenil y su respectivo plan de acción nacional y regional. Un nuevo modelo de intervención especializado, que busca el establecimiento de estándares y aumento de calidad de los programas para la reinserción social juvenil.

Se trata del nuevo Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil, organismo especializado en adolescentes y jóvenes en conflicto con la justicia, que mediante el desarrollo de programas que contribuyan al abandono de la delictiva, buscará la integración social de las y los jóvenes infractores de ley, a través de la implementación de políticas de carácter intersectorial. Proyecto que se comenzó a implementar progresivamente a lo largo del territorio nacional, y que dará paso al cierre definitivo del Servicio Nacional de Menores (Sename) en enero del año 2026. Un gran desafío a nivel estatal del que dos de nuestras estudiantes han formado parte al ser las primeras practicantes del nuevo servicio.

Olivia Matus y Teresita Matte, ambas de la salida profesional comunitaria, decidieron comenzar su experiencia en el mundo laboral, transformándose en las primeras practicantes de este servicio. Todo un reto, considerando la complejidad de la temática que aborda y las metas que se ha impuesto a futuro la nueva unidad. “Al ser nuevo, están a full con los plazos, había que ser muy flexibles de acuerdo a la contingencia. Ir actualizándose y adaptándose a lo que iba pasando, y eso sin duda que es difícil”, dice Teresita.

Teniendo en cuenta el contexto del nuevo servicio, el cual se encuentra en un proceso de transición desde el Sename, hubo muchos cambios a los cuales ambas estudiantes tuvieron adaptarse. “En ese sentido, creo que uno de los desafíos más importantes fue encontrar mi propio espacio en mi lugar de práctica y empoderarme. El poder gestionar mi proyecto de práctica y tratar de ser autónoma… y yo creo que eso fue posible gracias a la confianza que tenían en nosotros y a que teníamos un equipo que, si bien nos dejaba trabajar, podíamos contar con ellos en caso de necesitarlo. Estaban muy preocupados de nosotros”, afirma Olivia. 

Las estudiantes, que tuvieron como parte de su labor el sistematizar todo el trabajo desarrollado previamente en el área de educación en la macro zona norte, y en distintas zonas del país, de manera de encontrar los principales nudos críticos y transmitir dicha información al Ministerio de Educación y al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, señalan que la formación recibida en la EPUC fue bastante sólida para enfrentar los retos del día a día. “Obviamente uno antes de iniciar tiene muchas aprensiones respecto de lo que va a ser capaz de hacer. Si finalmente va a estar a la altura de lo que le piden. Y yo creo que la formación que recibimos en el área comunitaria fue bastante completa y nos permitió desenvolvernos muy bien en nuestra práctica. De hecho, una de las cosas que más rescato, y que considero que fue de gran ayuda, fue el haber tenido la oportunidad de participar de una investigación con la profesora Marianne Daher. Experiencia que me permitió adquirir una serie de herramientas que fueron de gran ayuda en esta práctica”, señala Teresita.

Finalmente, ambas señalan que se trató de un período que les permitió crecer en lo personal y en lo profesional, algo que agradecen profundamente. “Creo que los resultados que logramos producir, en cuanto al proyecto profesional, tuvieron trascendencia; porque creo que el equipo que estuvo a cargo nuestro, y en especial nuestra supervisora (Mónica Contreras, Subdirectora Técnica del servicio), confiaron en nuestro trabajo desde el principio. Entonces los resultados pudieron ser entregados, no solo al equipo mismo, sino que también al intersector, lo que fue muy gratificante. Creo que fue un muy buen espacio para aprender sobre temáticas de reinserción, sobre temáticas gubernamentales, sobre temáticas de política, y por último, sobre temáticas de política pública. Fue una experiencia muy enriquecedora, porque pude despegar todas las herramientas que pude adquirir a lo largo de la carrera”, afirma.

Teresita y Olivia gestionaron su práctica profesional con el apoyo de la profesora Marianne Daher, coordinadora de la salida profesional en psicología comunitaria, y contaron con la supervisión académica de Antonia Rosati, profesora de la salida profesional, quien valoró mucho «el tremendo aporte que ambas realizaron en sus prácticas, así como su proceso de aprendizaje y gran rigurosidad en el trabajo realizado. Creo que son un gran ejemplo de cómo la psicología comunitaria ofrece espacios nutritivos de aprendizaje y la oportunidad de realizar servicios para abordar los desafíos públicos de este siglo. Además creo que demostraron cómo las prácticas profesionales en psicología comunitaria pueden ser no solamente de intervención, sino que también de investigación aplicada, siempre con miras a aportar a nuestra sociedad, y en este casi, incidir en las políticas públicas”, señala la académica, destacando que las estudiantes incluso tuvieron la oportunidad de tener un encuentro con el Subsecretario de Justicia y Derechos Humanos, Jaime Gajardo, en compañía de la Subdirectora Técnica del nuevo servicio, Mónica Contreras.
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Texto: Andrea Fuentes U.
Fecha: 18/03/ 2023