En seminario sobre el Plan Nacional de Búsqueda, el Ministro de Justicia destacó el aporte recibido desde la EPUC

Más de un centenar de personas se reunieron en la Casa Central de la UC para reflexionar en torno a la iniciativa que busca esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte de las víctimas de desaparición forzada de la dictadura civil y militar como una política pública permanente del Estado de Chile. En la jornada organizada por el Centro para el Diálogo y la Paz de la UC, en la que estuvieron presentes familiares de víctimas, además de autoridades nacionales, universitarias y eclesiásticas y profesionales a cargo del Plan, el ministro Luis Cordero agradeció el apoyo de la casa de estudios; destacando especialmente el aporte de la Escuela de Psicología UC, a través de acompañamiento, asesorías sobre desgaste profesional y trauma psicosocial para el equipo del programa de Derechos Humanos a cargo del Plan Nacional de Búsqueda.

A casi un año desde que el Presidente Gabriel Boric firmara el decreto que creó el Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia, a través del cual el Estado de Chile asume su responsabilidad en el esclarecimiento de las circunstancias de desaparición y/o muerte de las víctimas de desaparición forzada, el Centro para el Diálogo y la Paz de la UC organizó un seminario para reflexionar respecto a la importancia de esta política y el aporte que puede representar para el reencuentro nacional.

El Plan de Búsqueda, que ha sido elaborado con las agrupaciones de derechos humanos que, por primera vez, tienen un espacio institucional para asesorar y hacer recomendaciones al Estado, quiere reconstruir el recorrido de las víctimas tras su detención y desaparición, a través de una búsqueda integral, clara, transparente y coordinada con todas las instancias relacionadas. Una importante iniciativa que reconoce la deuda pendiente del Estado y la sociedad en su conjunto con las víctimas de la dictadura civil y militar.

Un compromiso con la búsqueda de la verdad y el reencuentro país que también ha asumido la Universidad Católica, aportando conocimiento y apoyo técnico al Plan en distintas áreas del conocimiento. “Nos sentimos muy honrados de tener la oportunidad de aportar en las diferentes iniciativas y etapas de este Plan Nacional de Búsqueda de Detenidos Desaparecidos, pues veo esta colaboración como parte del rol público que le compete a nuestra Universidad dentro de su misión. Es tarea de todos, de las universidades, la Iglesia, las organizaciones civiles y el Estado, contribuir a un ambiente de diálogo que nos permita avanzar hacia una sociedad en reconciliación, justicia y paz”, señaló Ignacio Sánchez, rector de la UC.

Apoyo de la casa de estudios que fue reconocido en su intervención por el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Luis Cordero; quien destacó, especialmente, la labor realizada desde la Escuela de Psicología UC. “Hemos rearticulado una confianza que durante largos años se ha defraudado. El Plan, en algunos casos, ha implicado reabrir heridas. Para eso resulta indispensable generar mecanismos de acompañamiento, tanto a los familiares como a las personas, funcionarios y funcionarias, que están trabajando en el Plan. Y para eso agradezco particularmente el trabajo de la Escuela de Psicología de esta Universidad, que ha contribuido activamente para abordar ambos aspectos”.

En esta colaboración destacó el apoyo técnico especializado, el ser sede de la Jornada de Planificación Anual del Plan Nacional de Búsqueda, el formar parte de la Mesa de Expertos para el trabajo conjunto en la elaboración y diseño de los Protocolos de Acompañamiento y Participación del Plan, y el desarrollo de un curso para funcionarios/as del programa denominado «Trauma psicosocial: atención de víctimas y familiares y efectos del trauma intergeneracional».

El secretario de Estado también señaló que el Plan no solo se trata de un compromiso con las víctimas, sino que lo es con la memoria. “El Plan es algo más que simplemente cumplir las obligaciones con los familiares, también es una manera de garantizar la democracia, para un nunca más”. Por ello, Cordero resaltó el significativo rol que deben cumplir las universidades y la sociedad civil a la hora de garantizar la continuidad de la iniciativa. “Buena parte de quienes estamos en los cargos que hoy día investimos, vamos a ser reemplazados o sustituidos en un tiempo futuro. Y lo que no puede suceder con una política de estas características, es que dependa de quienes integran tangencialmente los roles que representamos (…) El gran desafío que enfrentaba el Plan era cómo garantizar su continuidad en el futuro. Y eso es entregando a la sociedad civil, a las agrupaciones de familiares y a las universidades, el seguimiento del mismo a través del Comité de Seguimiento y Participación”.

“Miércoles 15.30. Memorias de una ausencia”

Probablemente, uno de los momentos más emotivos de la jornada fueron los 40 minutos de exhibición del documental “Miércoles 15.30. Memorias de una Ausencia”, dirigido por Monseñor Fernando Chomalí. En él se refleja la incansable búsqueda de justicia de Ester Araneda, Hilda Espinoza y Elizabeth Velásquez; mujeres integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Concepción que se reúnen los miércoles de cada mes, a las 15:30 horas.

Este trabajo audiovisual, desarrollado a propósito de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, está compuesto de diversos testimonios, entre los que se encuentran el de Alejandro Goic, obispo auxiliar de Concepción entre los años 1979 y 1991; las abogadas Martita Wörner, directora ejecutiva de la Pastoral de Derechos Humanos entre los años 1977 y 1990, Patricia Parra, abogada de Derechos Humanos; y la diputada María Candelaria Acevedo, hija de Sebastián Acevedo, quien se inmoló frente a la Catedral de Concepción en 1983 ante la posible ejecución y desaparición de sus hijos detenidos por la CNI.

“Este documental surge al ver que el tiempo pasaba y nos estábamos poniendo viejos. No es de índole político, surge de mi corazón, de haber escuchado… Es el relato de cuatro mujeres que me conmovieron, ellas buscaron un espacio para juntarse. Es la manera de saber y de sanarse, de ver la realidad y no lo que creemos que somos. Surge de una conversación ausente o mal llevada adelante. Es gente que ha buscado a sus familiares por más de 50 años. Cuántas horas habrán esperado en el frío alguna respuesta», señaló Monseñor Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago y Gran Canciller UC.

Para que nunca más

Según las cifras oficiales, las víctimas de desaparición forzada son 1.469 personas. De ellas, existen 1.092 detenidos desaparecidos y 377 ejecutados políticos sin entrega de cuerpos, de los cuales solo 307 cuerpos han sido ubicados y entregados a sus familiares. Hasta el día se sigue sin saber el paradero de 1.162 chilenos y chilenas.

Con la firme convicción de que lo sucedido no puede volver a repetirse, el seminario permitió un espacio de reflexión en el que familiares, víctimas de la dictadura, compartieron este dolor extendido por más de 50 años. “Soy la viuda de Alfonso Chanfreau. Tomé este camino del testimonio desde el exilio a donde me mandaron. Este Plan no es solo una necesidad de los familiares, sino que también de la sociedad toda. No nos corresponde a nosotras esa búsqueda, y por eso valoramos que se haya reconocido que esta es una deuda pendiente y se haya impulsado este Plan Nacional de Búsqueda», dijo Erika Hennings, víctima de la dictadura y directora de Londres 38.

Por su parte, Ester Aravena, fundadora de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Concepción, destacó la importancia de este Plan a la hora de recomponer las confianzas, al establecerse como una política pública de carácter permanente. “Mi compañero, mi esposo desapareció cuando yo tenía siete meses de embarazo. Lo único que trataba para sobreponerme era tener a mi hija. En estos 50 años de buscar a nuestros familiares nada ha sido fácil. Pero cuando llegaba a la Vicaría de la Solidaridad, siempre nos acogieron, y presentamos recursos de amparo (…) Este Plan Nacional de Búsqueda nos da la esperanza de saber qué pasó con nuestros familiares», señaló.

En ese sentido, uno de los aspectos más destacados del Plan es conocer las historias humanas que se esconden tras las cifras de detenidos desaparecidos. Esclarecer las circunstancias de desaparición, garantizar el acceso a la información e implementar medidas de reparación y garantías de no repetición. “Es un plan que no señala solo números, sino que trata de identificar quiénes son. La mayoría hombres, la mayoría jóvenes, la mayoría sin identificación política. Este plan ha permitido trabajo en terreno, con protocolos para efectos de denuncia, en donde sigue siendo muy relevante que las personas que tienen información digan dónde están. Hasta el día de hoy hay personas que disponen de información”, comentó el ministro Luis Cordero.

Reconocimiento del Estado

En el seminario, en el que participaron diversos actores del mundo social y académico, también se hizo hincapié en el importante rol que juega la sociedad en su conjunto en el desafío de avanzar en esta materia. “Encontrar a los desaparecidos es, por sobre todo, hacernos cargo de la violencia de nuestra propia historia, como violencia nuestra, de la cual tenemos que dar cuenta. Y eso es lo que hemos querido hacer como Universidad”, señaló Sol Serrano, académica e investigadora del Instituto de Historia UC.

Asimismo, quien fuera galardonada como Premio Nacional de Historia el año 2018 señaló que el ministro Cordero tiene mucha razón cuando dice que esto también se trata de contar historias. “Ojalá que los historiadores y las historiadoras podamos ayudar a construir la historia de ellos, pero también la historia del nunca más”.

Por su parte, el académico de la Escuela de Psicología UC, y uno de los directores del Diplomado de Trauma y Duelo de la EPUC, Germán Morales, afirmó que si hay dos fenómenos complejos de abordar por la psicología son precisamente el trauma y el duelo. “Freud desarrolló el concepto de melancolía para caracterizar los procesos de duelo, en donde la persona no puede despedirse y separarse de lo perdido. Su reflexión supone que es una dificultad de la persona. ¿Pero qué ocurre cuando no es la persona, sino el contexto el que impide hacer el duelo? (…) Así, las perturbaciones de los procesos de duelo han sido construidas por otros, que activa y pasivamente no sólo secuestraron y detuvieron, sino que hicieron desaparecer los cuerpos, al parecer luego de asesinarlos, con la complicidad de quienes estuvieron cerca y decidieron mirar hacia el lado. Teniendo como telón de fondo los pactos de silencio, aún vigentes en las Fuerzas Armadas, y las oscilaciones de las políticas de Estado”.

Al respecto, el profesor Germán Morales, quien ha colaborado directamente en el Plan Nacional de Búsqueda desde la EPUC con la profesora y directora de la Escuela Marcela Cornejo, afirmó que los ritos van permitiendo la recomposición de lo perdido, para finalmente dar lugar al trabajo de duelo, que permite integrar la pérdida a través de la simbolización. “Y esto es lo que se les ha negado. Los y las familiares se niegan a desaparecer a los suyos, como un deber de memoria, que es un imperativo ético, humano, y yo diría emocional, que nos conecta con lo perdido. En este caso, con el o la desaparecida”.

Por otro lado, el académico señaló que desde una mirada relacional, lo traumático ocurre como una desmentida de la experiencia, lo que obliga a las personas a generar un proceso disociativo para poder sobrevivir psicológicamente. “Es imposible no recordar un concepto que yo creo nos llama a los psicoterapeutas y trabajadores de derecho humanos a ocupar un rol de lo que se llama terceridad, entendida al revés, justamente como un otro u otra disponible que reconoce y contiene al doliente. Jessica Benjamin nos hablaba del tercero moral. Y dice quién el tercero moral ya no es solo un psicoterapeuta o un trabajador de derechos humanos, sino que ese lugar lo puede ocupar lo social. Y de algún modo el Plan Nacional de Búsqueda se constituye en ese tercero moral”. 

Si bien, desde los inicios de la dictadura se generaron experiencias grupales que buscaron ser un espacio de contención y empatía, con familiares y la Iglesia (que tuvo un rol de refugio, reconocimiento y contención) el Plan Nacional va un paso más allá. “En los testimonios que hemos visto en el documental dirigido por el arzobispo Chomalí, observamos cómo el reconocimiento empático permite el despliegue de los recursos y herramientas personales y grupales entre quienes son escuchados y escuchadas, mostrando cómo han ido enfrentando las dificultades y proporcionando un soporte que restituye el vínculo y la confianza con otros. Así, es necesario consignar que el reconocimiento del sufrimiento en el grupo, si bien tiene un rol fundamental en la reparación de los vínculos con las personas, adquiere mayor fuerza cuando dicho sufrimiento ha tenido un reconocimiento por parte del Estado. Ahora, al desarrollarse el Plan Nacional de Búsqueda, que busca hacer una política de Estado, recogiendo la memoria de las agrupaciones de familiares y el rol de la Iglesia Católica, asistimos a un momento en que quizás podamos enfrentar el trauma psicosocial (concepto acuñado por el sacerdote jesuita Ignacio Martín Baró)”, finalizó.

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Texto: Andrea Fuentes, Comunicaciones Psicología UC
Información: Comunicaciones UC
Fotos: César Cortés
Fecha: 25-06-2024