La académica de la Escuela de Psicología UC fue entrevistada en la iniciativa desarrollada en conjunto por Democracia en LSD, el Instituto VioDemos, COES, Factor Crítico y la Radio de la Universidad de Chile en el marco del Proyecto 50. El programa, que busca ser un espacio de reflexión que pueda desarrollar discusiones claves de cara a la conmemoración de los 50 años del golpe civil y militar en Chile, abordó el vínculo más social y cultural de la democracia. Instancia en que la directora de ProCiviCo compartió junto a Rodrigo Mardones, profesor del Instituto de Ciencia Política de la UC e investigador asociado de VioDemos.
Los aspectos culturales y de relaciones sociales que sustentan la democracia, conectando el deterioro de hace 50 años con la situación actual del país, fue el tema en el que se centró el tercer capítulo de “Diálogo 50”. A través de una serie de entrevistas con académicos/as e investigadores/as, el programa que forma parte del Proyecto 50 -serie de cápsulas sonoras que recrean en formato de noticiero radial los 50 días previos al golpe civil y militar de 1973- invita a reflexionar respecto a temáticas y discusiones claves en un Chile cada vez más polarizado respecto a lo que sucedió.
En el capítulo denominado “Cultura democrática”, el cual fue conducido por el periodista Davor Mimica, la académica de Psicología UC y directora de ProCiviCo, Paula Luengo, y el profesor del Instituto de Ciencia Política de la UC e investigador asociado de VioDemos, Rodrigo Mardones, profundizaron sobre la convivencia social, el diálogo en diversidad y cómo la forma en las que nos relacionamos no sólo puede deteriorar la democracia, sino que incluso ponerla en riesgo.
Una conversación en la que se analizó el contexto en el que se produjo el golpe, de manera de tratar de encontrar algunas luces respecto a cómo recomponer vínculos y fortalecer relaciones sociales en diversidad y democracia, sobre todo pensando en el Chile de hoy. En tiempos donde el negacionismo aún se hace presente, la pregunta sobre qué entendemos por democracia, cuando estamos ad portas de la conmemoración del hecho que quebró nuestra institucionalidad, es aún más relevante.
Al respecto, Rodrigo Mardones señaló que está muy claro que lo que entendemos por democracia ha superado los esquemas tradicionales. “Una gran pregunta en mi disciplina es cuál es la relación entre cultura y democracia. Lo más natural sería decir que sí, que se requiere una cultura democrática para que la democracia se sostenga. Que se requieren demócratas para que haya democracia. Pero para que la democracia se desarrolle, al mismo tiempo se requiere de una institucionalidad democrática. Ya no basta con elecciones regulares, secretas e informadas, también se requiere de mecanismos para generar inclusión, una mayor equidad económica y política, participación y espacios de deliberación. La institucionalidad tiene que ir acompañando a esa cultura, porque si no la gente se sale del sistema. Por eso es tan importante que haya una compañía entre lo que son la cultura y las instituciones”.
Es por ello que la académica de la EPUC quiso destacar el vínculo entre las formas en que nos relacionamos y la manera en la que vamos construyendo democracia. “El ejercicio de la ciudadanía no se improvisa y no se ejerce solo con el voto a partir de los 18 años. Es mucho más que eso. En sociedades altamente estratificadas como la chilena, con importantes índices de desigualdad y de inequidad socioeconómica, la participación ciudadana no es neutral. Y por lo tanto, formar en ciudadanía y favorecer espacios de participación ciudadana implica hacerse cargo de esa dimensión de la sociedad chilena asociada a la desigualdad. Es importante la promoción de comportamientos que favorezcan el encuentro, que favorezcan la consideración de las diversidades como elementos de mayor promoción de cohesión, y no como elementos de homogeneización. El encuentro entre polaridades distintas, entre visiones distintas, entre ideologías distintas, entre enfoques distintos, es fundamental en una sociedad tan estratificada como la chilena”.
Transmisión intergeneracional
Y si bien, a diferencia de lo que ocurría hace 50 años, los niveles de polarización social no son tan radicales, esta conmemoración nos invita a reflexionar respecto a la falta de diálogo y cohesión social que existe en la actualidad. “Cuando hablamos de este desgaste en los vínculos sociales y de cómo revertirlos, yo creo que un primer piso tiene que ver con cómo hemos ido construyendo aquello que rige las formas con las cuales nos vamos a relacionar, y ahí obviamente hay una responsabilidad importante de la clase política en el modelar de alguna manera estos discursos. Por ejemplo, lo que estamos viendo hoy en términos de justificaciones y de negacionismo en relación al golpe y a la dictadura ”, explicó Paula Luengo.
De acuerdo a la investigadora, es preocupante ver cómo diversas encuestas dan cuenta que hay sectores de la población que validan una dictadura como forma de gobierno. “Hay una historicidad en la forma con la cual hoy estamos viviendo el quiebre que tuvimos hace 50 años que tiene que ver con aquello que vamos transmitiendo intergeneracionalmente. Porque de alguna manera, cuando nosotros justificamos el ejercicio, por ejemplo, de la resolución no democrática de los conflictos políticos, esa transmisión, que después ocurre intergeneracionalmente es la que va validando formas que hacen que la polarización se refuerce, que hacen que la incorporación de los mecanismos de violencia simbólica también sean una forma de convivencia (…) En ese escenario es clave el desarrollo de más diálogo, de habilidades prosociales, de la empatía. Y eso no se improvisa. Eso es lo que nosotros trabajamos desde edades tempranas con ProCiVico. Esto involucra mecanismos complejos de los seres humanos, pero también involucra a las instituciones, porque no podemos quedarnos solo con aquello que ocurre en nuestros vínculos más cercanos. Partimos desde ahí, pero de alguna manera hay que legitimarlo también en el espacio social”.
El necesario reconocimiento
En un período en el que las diferencias parecen acrecentarse, la profesora Paula Luengo relevó la importancia de conectarse a un nivel individual con el otro, con sus emociones, con su historia, con su memoria, y con el por qué piensa lo que piensa. “Desde lo individual, desde lo personal, hay muchas más posibilidades de establecer puentes y de alguna manera generar espacios de convivencia respetuosos. Pero para reencontrarnos también hay un segundo nivel, que puede ser más desafiante y complejo, porque tiene que ir acompañado de una legitimidad social, de un discurso que favorezca que el encuentro entre polaridades sea posible. Y para eso hay que llegar a ciertos consensos, mínimos civilizatorios indispensables para la convivencia, como por ejemplo, la condena a toda violación a los derechos humanos. Es fundamental que todas las fuerzas políticas estén de acuerdo en eso, porque si no es así, lo que estamos entregando es un mensaje esquizofrénico a la sociedad, a la ciudadanía y a las futuras generaciones”.
En esa misma línea, Rodrigo Mardones hizo especial énfasis en la necesidad de que la institucionalidad esté a la altura. “Debe existir una coherencia en la creación de este ethos democrático, respetuoso de los derechos humanos, que sea inclusivo. Y en ello hay pasos que van más allá de la predisposición individual. Hay una responsabilidad del Estado, de las instituciones que se tienen que hacer cargo y que tienen que reforzar la formación de esta cultura democrática. Hay muchas cosas que uno puede hacer a nivel escolar, pero sí ésas no son coherentes, son contradictorias con la realidad que los estudiantes viven día a día, donde se violan sistemáticamente las libertades civiles, donde hay una violencia estructural, donde hay niveles de exclusión. Entonces el Estado tiene el deber de generar condiciones mínimas para que esa cultura se refuerce. De lo contrario las personas pierden el sentido de pertenencia, que es un elemento tan importante para la cohesión social”.
Un reconocimiento que Paula Luengo señaló que es fundamental para quienes fueron víctimas de las violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura civil y militar. “La privatización del trauma es el gran riesgo en este momento. Cuando hay sectores que señalan que lo que ocurrió hace 50 años debiera resolverse en el ámbito privado de las personas directamente afectadas, es un mensaje muy contradictorio, porque de alguna manera sabemos que para superar y elaborar ciertos traumas, el reconocimiento social es fundamental”.
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Texto: Andrea Fuentes, Comunicaciones Psicología UC
Fecha: 12-09-2023