Violencia de género: la pandemia que viven las mujeres en cuarentena

Las medidas de confinamiento que buscan proteger a la población del avance del Coronavirus, paradójicamente se han transformado en un peligro para quienes son víctimas de violencia de género. Es que mientras el mundo entero se encuentra en una cruzada para hacer frente a una de las mayores crisis sanitarias de la historia, el incremento en los casos de violencia hacia las mujeres preocupa. Si bien en Chile las cifras muestran que desde que empezó la pandemia las denuncias por violencia intrafamiliar disminuyeron en relación al mismo periodo del 2019, las llamadas a las líneas de ayuda han aumentado en más de un 70 por ciento.

La llegada del Covid-19 ha significado un cambio radical en la vida de las personas y ha enfrentado a los sistemas de salud a una enfermedad desconocida, que hasta ahora ha dejado más de 300 mil muertes a nivel global. Un virus que ha golpeado a todas y a todos, pero que ha sido aún más severo con los sectores más vulnerables de la población. Entre ellos, mujeres víctimas de violencia de género.

Según un informe reciente de ONU Mujeres sobre el impacto del Covid-19 en la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe, los casos han aumentado considerablemente con la llegada del virus y el desarrollo de las medidas de confinamiento que buscan frenar su expansión. En ciertos estados de México, las denuncias de casos de violencia familiar han aumentado en un 30%; en Bolivia hubo cuatro femicidios, 1200 casos de violencia y 33 casos de violación a menores de edad; y en Argentina, el promedio diario de consultas a la línea 144 por violencia de género durante la segunda quincena de marzo aumentó en un 39% comparado con los días previos a la pandemia”, señala una nota de prensa del diario La Tercera.

Al parecer, las medidas de confinamiento que buscan proteger a la población del avance del Coronavirus, paradójicamente se han transformado en un peligro para quienes son víctimas de violencia de género. Mujeres que se han visto obligadas a pasar las cuarentenas al lado de sus agresores. Y si bien, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género reveló que en Chile hubo una disminución de las denuncias efectivas en relación al mismo periodo del 2019, las llamadas al fono de ayuda 1455 aumentaron en más de un 70%.

Al respecto, en entrevista con la Secretaría de Género y Sexualidades de la UC, Gloria Jiménez, académica de nuestra Escuela e Investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, dice que en estas circunstancias, en que hay mucha tensión, incertidumbre, problemas financieros y problemas psicológicos, es esperable que en familias donde ya existía violencia intrafamiliar ésta se acentúe.

“Cuando las víctimas tienen que estar encerradas constantemente con su agresor, en un contexto en el que además muchos hombres, por las masculinidades que hemos ido construyendo a lo largo de la historia, no se sienten cómodos en casa, no se sienten cómodos con este rol de cuidadores, es probable que se genere un aumento de la violencia de género”, dice la profesora, quien agrega que de alguna manera lo que está haciendo la pandemia es perpetuar los roles tradicionales de género. “Muchas encuestas demuestran que el reparto de tareas domésticas está reflejando esa desigualdad de género. Esa asimetría de poder, que ya existía antes entre hombres y mujeres”.

De acuerdo a la académica, las desigualdades no tienen un origen individual o interpersonal. “No es un problema de un hombre con una mujer, sino que hay una estructura social, política, legal y económica que está detrás de esa desigualdad. De esa asimetría de poder, que de alguna forma está sosteniendo y está legitimando que está diferencia todavía exista”. En ese sentido, si bien la situación que está viviendo nuestra sociedad con la pandemia es extrema, también puede ser una oportunidad para intentar cambiar los roles tradicionales de género. “Si empezamos a pensar qué tipo de políticas  públicas tenemos que implementar durante la pandemia, es importante que tengan una perspectiva de género que permee estas políticas. Sabemos que esta situación no está afectando de la misma forma a hombres y a mujeres, porque por ejemplo, las mujeres están empleando mucho más de su tiempo en hacer tareas domésticas. Esas diferencias hay que tenerlas en cuenta”.

La educación es la clave

Más allá de la concientización de las desigualdades de género que se ha logrado en los últimos años, gracias al aporte que ha realizado el movimiento feminista y el desarrollo de políticas públicas, la académica explica que es necesario que estas campañas tengan un carácter más local para que sean efectivas. “Muchas de estas campañas a nivel gubernamental o a nivel central, no llegan a todas las mujeres. Entonces necesitamos actores sociales que sean intermediarios entre los gobiernos centrales y la población. Que conozcan mejor la situación de estas mujeres, y que sean capaces de satisfacer sus necesidades. Estas políticas, que son necesarias, son mucho más globales, mucho más generales”.

En ese sentido, en conversación con la Secretaría de Género y Sexualidades UC, la profesora subraya el rol de la educación en igualdad de género para evitar situaciones de desigualdad en el futuro. “Estas situaciones que tenemos de desigualdad, probablemente no tendrían lugar si es que nuestros pequeños y pequeñas tuvieran una educación más igualitaria. Entonces, es importante que estas estrategias se empiecen a llevar a cabo desde que somos muy pequeños y pequeñas, para generar un mundo en el que los estereotipos de género y los roles tradicionales de género no sean algo que limite las opciones de niños y niñas. Queen el futuro, si estamos educados en igualdad y tenemos nuevas pandemias, no tengamos estos problemas de desigualdad de género”.

Finalmente, respecto a qué podemos hacer para evitar estas situaciones de violencia en el contexto actual, la profesora quiso destacar la importancia de los testigos. “El rol de los vecinos, el rol de las familias… Si alguien conoce a una mujer que está sufriendo violencia de género, creo que ahora, con esta situación tan especial y con tanta incertidumbre, tenemos una obligación, si cabe, aún mayor en ayudar a esas mujeres. Darles estrategias para que puedan salir adelante. Porque muchas veces la política pública no puede llegar a ellas. Entonces es importante que la comunidad esté ahí para apoyarlas y que generemos intervenciones o estrategias que sean más informales”.

Texto: Andrea Fuentes Uribe, Periodista Subdirección de Extensión y Comunicaciones EPUC.

 

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IMPORTANTE: si vives con tu agresor procura mirar el video con audífonos FONO DE ORIENTACIÓN Y AYUDA CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER: 1455 FONO FAMILIA: 149 Esta semana, la cápsula viene en la voz de otra grande, Gloria Jiménez Moya, quien es psicóloga social, docente de la Escuela de psicología UC e investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social , COES. En esta cápsula hablaremos acerca de aquella pandemia, invisible y silenciosa, que nos asola de la mano del CODVID, y que nos hace patente que los efectos sociales de esta pandemia van mucho más allá del número de contagiadxs. Actualmente el aislamiento social, impuesto a raíz de la crisis sanitaria, ha significado un aumento importante en la violencia doméstica y en la violencia de género, dentro de los hogares. Este aumento, se ha vivido en forma generalizada en todo el mundo, donde los índices se han elevado sustantivamente y los recursos para hacerle frente se han vuelto, a todas luces, insuficientes. Así expertxs denominan a aquello una masificación del “terrorismo íntimo”, donde el lugar más peligroso para mujeres y niñxs se ha transformado en su propio hogar, lugar que por fuerza habitan encerradxs y con una disminución en sus redes cotidianas (trabajo, colegio, amigxs, etc). En esta cápsula ahondamos en la razones sociales de este aumento en la violencia al interior del hogar, de la mano a una crítica al sistema patriarcal existente, que justifica y reproduce esta violencia. Esto se traduce en la gestión de las mismas estructuras Estatales y gubernamentales, que no son capaces de garantizar una prevención y acompañamiento efectivos a aquellas mujeres que, la mayoría de la veces, dependen económicamente de sus abusadores, que no tienen a donde ir, que están siendo amedrentadas, que sufren violencia económica o que si no son capaces de probar que estan en riesgo de vida inminente, no reciben ningún tipo de apoyo. (Continúa en comentarios)

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