Katherine Strasser, Gonzalo Gallardo, Iván Grudechut y Marigen Narea son parte de los profesores EPUC que han apoyado el proyecto que surgió como una respuesta a la profundización de las brechas educativas que dejó la pandemia. A la fecha, más de mil estudiantes han participado de la iniciativa que contribuye a la formación académica de alumnos/as de primero a octavo básico. Una experiencia que no solo les ha permitido aportar a la reactivación educativa del país, también se ha transformado en un espacio sumamente enriquecedor para estos futuros profesionales. Una invitación que ahora también se encuentra abierta a profesionales y administrativos de la UC.
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Sin lugar a dudas, la pandemia del Covid-19 y el distanciamiento social provocaron estragos en la educación. Un terremoto que profundizó las brechas educativas que ya eran evidentes en el sistema educativo nacional. Una situación preocuoante que motivó a un grupo de académicos de la UC, liderados por Francisco Gallegos (Facultad de Economía y Administración), Verónica Cabezas (Facultad de Educación) y Paulo Volante (Facultad de Educación), a impulsar un programa de tutorías en línea con estudiantes universitarios voluntarios, para apoyar a escolares de primero a octavo básico en asignaturas como matemáticas y lenguaje.
Este acompañamiento, que se enmarca en el Plan Nacional de Tutorías impulsado por el Ministerio de Educación, y que en el caso de la UC se ha desarrollado en alianza con la Fundación Conectado Aprendo, ha permitido que más de mil estudiantes hayan contribuido a la reactivación académica, a través de distintas iniciativas, entre las que se encuentra el Optativo de Formación General “Cerrando Brechas Educativas” del cual forman parte los académicos de Psicología UC, Gonzalo Gallardo e Iván Grudechut.
La propuesta, que incluye una estrategia de reflexión sobre los aprendizajes y experiencias de los estudiantes durante la realización de las tutorías, ha unido a quienes desean aprender con quienes desean enseñar. Un vínculo que ha mostrado a los tutores los desafíos y problemáticas de la educación, pero también les ha comprometido aún más en aportar, desde sus disciplinas, a la búsqueda de soluciones.
A esta línea de trabajo se han sumado otras líneas de trabajo e instancias extracurriculares que han buscado motivar a los/as estudiantes a utilizar sus conocimientos, junto con desarrollar en ellos una experiencia de liderazgo, empatía y solidaridad con la realidad del sistema educativo. “A mí me ha impresionado mucho el nivel de motivación que tienen por sacar adelante a un estudiante. El aprendizaje es acumulativo, y cuando se van perdiendo aprendizajes, el recuperarlos no es trivial. Es muy importante ese compromiso que tienen. Y ése es el mensaje más importante, que ellos de verdad pueden hacer una diferencia”, señala la académica de Psicología UC que ha formado parte del proyecto con charlas que buscan entregar a los estudiantes herramientas, sobre todo desde el punto de vista motivacional y socioemocional.
Invitación abierta
Ante el objetivo de fortalecer el compromiso público de la UC en la recuperación de aprendizajes a través de tutorías, este 2024 la invitación también se abrió a profesionales, administrativos y académicos de la Universidad que quisieran participar. María Paz Monge, gerenta de políticas públicas y comunicaciones de J-PAL LAC (Latinoamérica y El Caribe), es una de ellas.
En primera instancia, la ingeniera comercial se vinculó con las tutorías cuando conoció a este grupo de profesores que buscaba promover la modalidad como una forma de abordar las graves consecuencias de la pandemia. “Entonces me tocó trabajar más desde el área de la política pública, haciendo recomendaciones al proyecto; pero a mí siempre me ha gustado mucho el tema de las tutorías. Y cuando se dio la oportunidad, participé como tutora”, comenta.
En su caso, al igual que el de la mayoría de las personas que han vivido esta experiencia, la evaluación es más que positiva. “Creo que las personas tenemos la necesidad de hacer cosas que tengan un sentido para la comunidad. Y siento que ésta fue una muy buena oportunidad para eso. Es una forma concreta de involucrarse y hacer una diferencia”.
Una opinión que comparte la académica de la EPUC, Katherine Strasser. “Siento que las tutorías tienen una real posibilidad de hacer la diferencia para niños y niñas que necesitan un apoyo extra y no lo tienen. Son niños que no pueden pagar un profesor particular, que sus papás no los pueden apoyar, entonces esto es una ayuda verdadera”.
Otro aspecto que destaca María Paz es el vínculo uno a uno, ya que se puede personalizar en un rostro el trabajo que se está realizando. “A veces uno hace grandes cosas en política pública. Por supuesto, eso también genera importantes beneficios para las personas, pero aquí uno eso lo puede palpar. Es muy bonito ver cómo tu niño va aprendiendo y va teniendo más confianza. Cómo te va preguntando por tus cosas y cómo también te va enseñando con su forma de ver la vida”.
Un desafío enriquecedor
Ser empáticos, creativos y flexibles son solo algunas de las aptitudes que han debido desarrollar quienes han asumido la tarea de ser tutores. Un desafío enriquecedor, no solo porque les ha permitido adquirir una serie de habilidades, también porque les ha generado una satisfacción y crecimiento personal enorme. “Creo que es una oportunidad única para impactar, pero no solo a los tutoreados, sino que también a nosotros mismos. Uno termina aprendiendo mucho sobre los niños y su resiliencia”, señala Judith Chamorro, estudiante de la carrera de Historia que fue tutora y ahora es Coordinadora del Voluntariado.
Además, Judith cuenta que otro aspecto que valora de esta experiencia, del cual también ha sido testigo como ayudante del ramo, «es que te hace cambiar completamente la perspectiva de cómo uno se relaciona con los demás. Uno es mucho más empático y se da cuenta de lo privilegiado que es. El conocer otra realidad te mueve a hacer algo y también te motiva a superarte. Ver que niños y niñas, que pese a todos los obstáculos son capaces de avanzar y superarse, a uno también le motiva. Uno dice pucha, si un niño de 11 años que vive una situación completamente distinta a la mía puede, yo también puedo”.
Para María Paz Monge, el que sea un proyecto que no tenga una mirada asistencialista es algo fundamental. “Es simplemente ayudarles a dar un pasito para que después ellos sigan. Y eso me gusta del proyecto, que no es asistencialista, sino que es acompañarles a retomar su camino. Es re-vincularlos con el aprendizaje, porque después ellos van a seguir solos (…) ¿No sé si alguna vez te tocó tener algún profesor o alguna profesora que de verdad era tan bueno y apasionado por la educación que te terminó gustando ese ramo? Esta experiencia a uno le da esa oportunidad maravillosa de poder re-encantarlos con aprender”.
Un proceso de crecimiento que vexperimentan juntos, tutores y tutoreados. “A mí me pasó que mi niña al principio no se conectaba con la cámara encendida. Después, a medida que fue pasando el tiempo, se fue soltando y empezó a haber más confianza. Eso, que pasa con los niños, también pasa con los tutores… muchos llegan y dicen ‘no puedo, yo no voy a ser capaz’. Y en las últimas sesiones felices de lo que han logrado. Entonces esto no se trata solo de aprender a sumar o a restar, también te enseña a enfrentar a la vida”, afirma Judith Chamorro.
Una invitación que está abierta a quienes se quieran sumar al proyecto. “Es una oportunidad única. Uno de verdad siente que está haciendo algo significativo. Que esto le puede cambiar la vida a una persona. Hay mucho apoyo para hacer las clases y uno nunca se siente solo; así que de verdad les recomiendo que se atrevan”, dice con entusiasmo.
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Texto: Andrea Fuentes Uribe, Comunicaciones Psicología UC
Fotos: Mineduc y Comunicaciones UC
Fecha: 02-07-2024