Formar a pedagogos y pedagogas para que sean agentes activos de inclusión en nuestro país fue uno de los grandes objetivos del nuevo programa de Pedagogía en Educación Especial de la Universidad Católica. A un año de la implementación de la carrera interfacultades (Educación y Ciencias Sociales), y con dos generaciones en curso, conversamos con la profesora de la Escuela de la EPUC, María Rosa Lissi, y con la jefa de la carrera de Pedagogía en Educación Especial, Cecilia Assael, sobre los principales desafíos que han debido enfrentar.
– ¿Cómo surgió la idea de crear la carrera de Pedagogía en Educación Especial?
María Rosa: Era parte del Plan Estratégico de la Facultad, y se nos convocó inicialmente a una carrera de psicopedagogía, pero nosotros discutimos harto el tema y decidimos que era mejor, para el enfoque que tenía el equipo, crear una carrera de educación especial. Era algo que hace mucho tiempo, desde mi parte y desde otra gente que trabaja en el tema, nos interesaba. Se nos convocó a mí y al profesor David Preiss, y a las profesoras Magdalena Miller y Patricia Guerrero por Educación, junto a Olga Espinoza, curriculista. Trabajamos dos años, la mayor parte del tiempo en pandemia, elaborando una propuesta que tuviera un foco interdisciplinario, lo cual es bastante novedoso. De hecho, no encontramos ninguna carrera, al menos en Chile, que tuviera eso, el ser realmente una carrera interdisciplinaria, que aportara desde la psicología y desde la educación a la generación de profesionales que estén preparados para aportar a la inclusión en las escuelas y en otros entornos en los que puedan desempeñarse.
– Y a partir de eso que comentas, de este enfoque interdisciplinario: ¿cuáles son las principales fortalezas y beneficios que puede tener esta carrera interfacultades, tanto para los estudiantes como para el programa mismo?
María Rosa: Pienso que una de las razones por las cuales queríamos que las personas fueran formadas desde dos disciplinas es que estén preparados también para trabajar en un mundo en el que se trabaja interdisciplinariamente. Uno de los problemas que existe en el sistema educativo es que los profesores de educación especial no están formados para trabajar en equipo con otros profesionales. Entonces pensamos que uno de los principales profesionales con los que tiene que interactuar el educador especial es con los psicólogos. Queríamos que desde la base hubiera un contacto frecuente, y se encontraran en distintos cursos, en distintos ámbitos, para tener esta mirada más interdisciplinaria.
– Y en este proceso de docencia a dos generaciones en curso ¿cuáles han sido los desafíos?
Cecilia: Yo creo que hay hartos desafíos, pero desde mi punto de vista son desafíos bien interesantes. El tema de coordinación es algo que probablemente se pone más de relieve que cuando hay carreras que pertenecen a una sola facultad. Y no me refiero tanto a la coordinación administrativa: hablo más de la coordinación desde lo académico. Allí ha habido un sello que me parece superimportante y muy enriquecedor, sobre todo la manera en cómo se ha hecho especialmente con Ciencias Sociales. Porque si bien están definidos los ramos, ha habido toda una conversación de, por ejemplo, cómo distribuir a nuestros alumnos en las distintas secciones. Entonces no es solamente pedir vacantes y que la Escuela de Psicología las distribuya aleatoriamente: nuestros alumnos están solamente en dos secciones, de tal manera que comparten con los alumnos de Psicología sin perder el sentido de pertenencia a la carrera. Es un desafío también el pertenecer a dos facultades. Otro de los desafíos es cómo asegurarnos, y ahí ha habido mucho apoyo desde los profesores, desde María Rosa Lissi, Christian Sebastián, Katherine Strasser, David Preiss, de incorporar ejemplos que tengan que ver con lo que es el ámbito de la educación especial en clases compartidas. Eso también creo que ha sido un desafío para los profesores, pero hay muy buena disposición.
María Rosa: También está el desafío de integrar en el aula a los dos grupos. Que los estudiantes de psicología no terminen trabajando solo con estudiantes de psicología, y que los estudiantes de pedagogía en educación especial no trabajen solo con los de pedagogía en educación especial.
Cecilia: Este tema también involucra a los ramos de Educación. Se quiso intencionar justamente por esto el trabajo colaborativo entre estudiantes de pedagogía en educación básica, educación de párvulos y educadores especiales.
– ¿Cuáles son los cursos compartidos con Psicología y por qué se eligieron estos específicamente para Pedagogía en Educación Especial?
Cecilia: Una de las cosas que queremos es que los profesionales tengan una base más fuerte en lo que es la psicología misma y por eso tenemos un curso de Procesos Psicológicos Básicos que lo toman también junto a estudiantes de Psicología, y el curso de Psicología del Desarrollo I, que tiene más que ver con las grandes teorías del desarrollo en la etapa más infantil y hasta la adolescencia, en años de Prebásica y Básica, que es donde más van a trabajar estos profesionales. Y también tenemos algunos cursos desde Psicología que se crean para la carrera de Educación Especial. Por ejemplo, el curso de Psicología del Aprendizaje, enfocado no solo en el aprendizaje sino también en el “no aprendizaje”, es decir, en aquello que no se está aprendiendo. Asimismo, hay un curso de Creatividad específicamente para Educación Especial, e impartimos con María Rosa un curso juntas: el de Introducción a la Pedagogía en Educación Especial.
– Y en este caso, al contar con esta combinación curricular de psicología y educación ¿se amplía de cierta forma el campo laboral?
Cecilia: Yo creo que tal vez no se reflejará inicialmente, pero no hay duda de que hay un foco que los va a diferenciar una vez que ya estén en el mercado. Quienes egresen serán especialistas en aportar a contextos más inclusivos, independiente de la diversidad que allí haya: estudiantes con alguna discapacidad específica o con neurodiversidad, pero también respecto a estudiantes de diversidades religiosas, migratorias, etcétera. El sello es que además de pedagogos/as en educación especial, serán agentes que ayuden a generar contextos más inclusivos, yo creo que hacia allá va la educación. Asimismo, el aporte de la Escuela de Psicología no existe en ninguna otra carrera de educación especial, que es la formación en trabajo colaborativo desde el comienzo y el enriquecimiento desde la psicología con académicos de tremenda trayectoria. Eso nutrirá claramente a nuestros alumnos. Serán todos profesionales que van a trabajar por distintas razones con poblaciones que están en mayor riesgo de no poder acceder a los aprendizajes.
María Rosa: Yo quería agregar una cosa en relación con lo que dijo Cecilia, respecto a dónde está yendo la educación hoy. Claramente las escuelas especiales están reduciéndose significativamente y la gran mayoría de los niños que tienen necesidades educativas especiales hoy están en las escuelas regulares. Entonces un profesional muy, muy especializado, está bien preparado para trabajar en una escuela especial, pero si llega a una escuela regular, si solamente está preparado para trabajar, por ejemplo, con niños ciegos, puede ser que su mirada no sea suficientemente amplia, como para poder responder a las necesidades de una población más diversa. Y lo otro es que anteriormente, hasta hace poco, los niños con necesidades educativas especiales que estaban en escuelas regulares eran atendidos fuera del aula, o sacados del aula por mucho rato. Hoy en día se exige que toda la atención de los niños sea prácticamente en el aula y se espera que el educador especial no sólo esté trabajando con cuatro o cinco niños dentro del aula mientras que la otra profesora tiene a los 35 restantes, sino que también esté preocupada del aprendizaje de todos, de todos los demás, y en ese sentido se requiere un trabajo en equipo superfuerte, porque si, por ejemplo, no planifican juntas, se van a encontrar en el aula y va a ser más difícil que puedan coordinarse para lograr que todo el grupo aprenda.
– ¿Cómo ha sido la experiencia de tener prácticas durante el primer año? Es algo no tan habitual en la Facultad de Ciencias Sociales.
Cecilia: En general en las carreras de pedagogía las prácticas parten desde el primer año. Hicimos algo que resultó superbien y que denominamos “prácticas rotativas”: nuestro foco es que vayan a escuelas regulares, que sean líderes en inclusión, pero también tienen que conocer lo que es el trabajo con ciertas realidades más específicas de las escuelas especiales. Entonces fueron prácticas bien novedosas, porque tuvieron una pasada por escuelas de ciegos y sordos, en el Centro UC Sindrome de Down, en la Escuela Paul Harris, en la Teletón, es decir, un escenario de todos los eventuales contextos laborales. Y después, la escuela regular, sin olvidar este contexto más particular. Ahora, en segundo año nuevamente tienen prácticas y esperamos que en tercero las prácticas sean específicamente en escuelas especiales, porque entonces tendrán los ramos específicos para déficit intelectual, sordera, ceguera, neurodiversidad, etcétera. El desafío, eso sí, es también desde el punto de vista administrativo: el poder coordinar prácticas de estudiantes de diferentes pedagogías y de diferentes secciones de psicología,para que el trabajo compartido también se refleje en las prácticas.
– Si como facultad nos definimos como un lugar que “crea conocimiento y personas para una sociedad más equitativa e inclusiva” ¿qué se requiere realmente en la sociedad para que estas palabras tengan sentido y no sean sólo palabras de “buena crianza”?
Cecilia: Yo creo que tanto equidad como inclusión son dos palabras que representan muy bien los objetivos de esta carrera: queremos que nuestros egresados estén ahí para que no exista desigualdad y, a su vez, para valorar la diferencia.
María Rosa: Igual sabemos que es supergrande hablar de inclusión, y que falta mucho, pero nuestros egresados estarán preparados para identificar los entornos que dificultan la inclusión. Básicamente la inclusión tiene que ver con derribar barreras y con el promover entornos donde todos puedan participar, entonces esto implica una mirada crítica y no conformarse con lo que la gente piensa acerca de qué es ser inclusivo. Sólo así pueden promoverse cambios en las instituciones.
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Texto: Carlos Reyes y Valeria Libedensky
Fecha: 02-05-2024